Alejandro Calvillo
21/12/2024 - 12:05 am
Ataques a esta columna, nado sincronizado
"Empecemos por la videocolumna anterior, dedicada a las Caravanas Navideñas de Coca-Cola, titulada Abuso a la infancia en nuestras ciudades. Como los comentarios fueron pocos, es fácil analizar el caso".
Los ataques a esta videocolumna se han mantenido durante más de un año y medio, de manera muy burda y, como lo demostraremos, bien sincronizados. Estos ataques se activan cuando exhibimos las estrategias y daños de las grandes corporaciones a la salud y al ambiente, cuando develamos la realidad de sus impactos, o cuando estas corporaciones ven dañada su imagen, sus intereses.
Empecemos por la videocolumna anterior, dedicada a las Caravanas Navideñas de Coca-Cola, titulada “Abuso a la infancia en nuestras ciudades”. Como los comentarios fueron pocos, es fácil analizar el caso. Cuando se revisan los comentarios durante el primer día de la publicación de la videocolumna en Youtube, cada comentario indica cuántas horas antes fue publicado en relación con el momento en que se está leyendo. Sin embargo, cuando se revisan los comentarios un día después se pierde esa referencia a las horas.
La videocolumna se publica a las 12 de la noche del viernes y la revisión la realizamos a las 18 horas del sábado; es decir, habían pasado, exactamente18 horas. Revisamos cuántos comentarios se publicaron durante cada una de esas horas, cuántos eran positivos, -es decir, apoyaban los argumentos de la videocolumna-, y cuántos negativos, -criticaban su contenido-. Encontramos lo siguiente: en un periodo de 18 horas, entre las 0 y las 18 horas, se publicaron, de forma distribuida, 30 comentarios positivos a la videocolumna. En unas horas no hubo comentarios, en otras 2 o 3. Entre las 9 y las 10 am se publicaron 6 comentarios positivos.
Sin embargo, en una sola hora, agrupados, entre las 12 y las 13 horas se publicaron 59 comentarios negativos, agrupados, que corresponden muy bien a la definición de “trols“: “personas que buscan provocar, ofender o empobrecer la conversación”. Es decir, no hubo ningún comentario profundo sobre el análisis presentado acerca del impacto de la publicidad de alimentos no saludables dirigida a la infancia y al uso de los personajes y elementos navideños para promover su consumo.
Ya habíamos bajado y analizado los comentarios de diversas videocolumnas. Los ataques se dispararon masivamente -aunque ya habían ocurrido antes- con la publicación de la videocolumna aquí en SinEmbargo, titulada: “La Drogacola, ¿Por qué somos adictos a la Coca-Cola?” (24 de junio de 2023). Esa videocolumna alcanzó una cantidad de vistas y comentarios que nunca antes ni después se ha tenido en mis colaboraciones. Logró más de medio millón de vistas, y más de mil quinientos comentarios.
Sin duda, la respuesta a esa videocolumna fue la expresión de la enorme resonancia social que tiene el planteamiento de la adicción a la Coca-Cola. En ella pedimos a la audiencia que compartiera si tenía alguna persona cercana que considerara que fuera adicta a esta bebida y cuál era su situación de salud. Los comentarios también fueron extraordinarios en número, más de mil quinientos, y presentaron diversas historias trágicas de esa adicción y sus consecuencias en salud.
La videocolumna recibió comentarios negativos, pocos en relación con el resto. Puede verse en la gráfica que muestra la naturaleza de los comentarios, los que aparecen como trolleo, ataques, no llegan al 7 por ciento, mientras que los testimonios son 41.1 por ciento, los de opinión 26.6 por ciento y los de apoyo 21 por ciento.
A partir de esa videocolumna se desataron los ataques de forma masiva. La semana siguiente publiqué la videocolumna “Testimonios de la DrogaCola” (1 de julio de 2023), con una selección de algunos testimonios de los lectores sobre la experiencia de la adicción a la Coca-Cola y sus efectos en la salud de personas cercanas. La extraordinaria y masiva reacción a la videocolumna del 24 de junio, sin duda, llamó la atención de las corporaciones, que prepararon una respuesta. Esa reacción llegó con esta segunda videocolumna.
Los primeros comentarios fueron muy positivos en relación con la información compartida; sin embargo, comenzaron a aparecer, casi en sincronía, los ataques. Muchos de ellos, desde entonces, consistieron en agresiones personales. Estos ataques, claramente escritos por equipos formados por personas con múltiples cuentas, repiten argumentos y frases, además de ser agresivos y carecer de fundamentos sólidos. En este caso, alcanzaron cerca del 50 % de los comentarios.
Algunos ejemplos del lenguaje de los comentarios clasificados como troleo —es decir, de acuerdo con su definición, “para provocar, ofender o empobrecer la conversación”— son los siguientes:
“¿Quitar la Coca-Cola? No digan mmdas, ¿y entonces con qué me voy a comer mis taquitos? Así no saben 😠. ¿Y luego cómo me voy a curar la cruda sin una coquita fría? Me voy a morir 😵. ¿Y luego qué voy a tomar terminando un partido a mediodía? No voy a rendir, ¡por favor! No digan esas cosas”.
“Que sea el primer y último video que subes, por favor, para no oírte seguir hablando de cosas sobre las que no tienes que opinar porque no te afectan a ti. Vive y deja vivir”.
“Ahorita me voy a chingar de puro coraje una Coca-Cola de medio litro”.
Lo interesante del caso es que estos ataques llegan todos juntos, uno detrás de otro, de golpe. Desde entonces, durante muchas columnas en las que traté el tema de la Coca-Cola, FEMSA, Nestlé, los impactos de los ultraprocesados en la salud, etc., los ataques se daban en la primera hora después de subir la videocolumna, entre las 12 de la noche del viernes y la 1 de la madrugada del sábado.
¿Quiénes están atentos a la medianoche a una publicación para atacar de inmediato, de manera sincronizada, repitiendo los mismos argumentos? ¿Por qué a esa hora se presentaban más comentarios que en el resto del día?
Seguramente, la coordinación de estos comentarios negativos cambiará a partir de esta videocolumna. Prevemos que ya no serán subidos a la misma hora, lo que dificultará más su estrategia “para provocar, ofender o empobrecer la conversación”.
Las corporaciones que dañan la salud y el ambiente con sus productos y prácticas utilizan todo tipo de estrategias para desviar la conversación, evitar las políticas que afectan sus intereses, capturar grupos académicos e instituciones y ponerlas a su servicio, y descalificar a quienes exponen sus impactos sobre la población y el planeta.
Estos productos y prácticas han recibido el nombre de “Determinantes Comerciales de la Salud”. La evidencia de sus daños y prácticas está bien descrita en la revista científica The Lancet, que dedicó una serie a estos productos y, en especial, a las prácticas de estas corporaciones en contra de las políticas de salud pública. Dejo aquí la liga a esa serie de The Lancet: https://n9.cl/huep89.
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